Busca un ginecólogo.
Es mejor realizar esta búsqueda antes de quedar embarazada. Si decides quedarte con el que ya tienes, es una preocupación menos. De no ser así, pregunta, averigua y tómate tu tiempo para escoger al doctor que más se adecúe a tus gustos. Fija una cita para conocerlo y confirmar que es de tu agrado.
Visita al dentista.
Esto es casi tan importante como elegir a tu ginecólogo, puesto que una futura gestación puede afectar tu boca y viceversa. Las hormonas del embarazo pueden agravar los problemas de encías y dientes. Además, está demostrado que la enfermedad de las encías puede estar vinculada con algunas complicaciones de esta etapa. Por eso, antes de pensar en ponerte en campaña procura que tu boca esté en perfectas condiciones.
Investiga tu árbol genealógico.
Revisa el historial médico de ambas ramas, la tuya y la de tu pareja. Es esencial detectar si existen antecedentes de problemas médicos y trastornos genéticos o de cromosomas como el Síndrome de Down, enfermedad de Tay-Sachs, hemofilia, fibrosis quística y distrofia muscular, entre otros.
Toma en cuenta tus propios antecedentes.
Si has tenido un embarazo anterior con complicaciones o que haya terminado en parto prematuro o en pérdida tardía, o si has sufrido múltiples abortos espontáneos, pregúntale a tu doctor qué medidas tomar para evitar que esto se vuelva a repetir.
Examínate.
Mientras consultas con tu médico y revisas tus antecedentes clínicos, pregunta si puedes adelantar algunos exámenes a los que se someten todas las embarazadas. Se trata de procedimientos sencillos, como los de sangre. Algunos de estos son:
– Hemoglobina o hematocrito: para ver si hay anemia.
– Factor RH: para comprobar si eres positivo o negativo. Si tu RH es negativo, tu pareja debería chequearse para saber si es positivo. Si ambos tienen RH negativo, no hay que preocuparse más del asunto.
– Toxoplasmosis: debes hacerlo si tienes un gato, si comes regularmente alimentos crudos o carne poco cocida, o si efectúas tareas de jardinería sin guantes. Si resultas inmune, olvídate para siempre de esto.
– Función tiroidea: esta puede afectar al embarazo, por lo que si hay antecedentes en tu familia o si has tenido problemas o síntomas de algún trastorno de tiroides, esta es una prueba que no deberías dejar pasar.
– Enfermedades de transmisión sexual: todas las mujeres son examinadas rutinariamente para detectar este tipo de patologías.
Sométete a tratamiento.
Si alguno de los exámenes detecta algún trastorno que requiere tratamiento, asegúrate de hacerlo antes de intentar concebir. Además, puede ser hora de considerar esa pequeña o gran operación que has estado postergando. Este también es el momento de tratar cualquier problema ginecológico que pueda interferir con la fertilidad o el embarazo, incluyendo:
– Pólipos uterinos, fibroides, quistes o tumores benignos.
– Endometriosis: cuando las células que normalmente recubren el útero se propagan a otras partes del cuerpo.
– Inflamación pélvica.
– Infecciones recurrentes del tracto urinario u otras, como vaginosis bacteriana.
– Alguna enfermedad de transmisión sexual.
Controla las enfermedades crónicas.
Si padeces de diabetes, asma, una deficiencia cardíaca, epilepsia u otra enfermedad crónica, asegúrate que tu médico te dé el visto bueno y empieza a cuidarte si no lo has hecho. La depresión puede interferir con la concepción -y con un embarazo saludable- por lo que también debiera ser tratada antes de iniciar esta gran aventura.
Mejora tu dieta.
Aunque todavía no estás comiendo por dos, nunca es demasiado pronto para empezar a alimentarte bien. Lo más importante es ingerir ácido fólico, que no solo parece mejorar la fertilidad, sino que también hay estudios que muestran que su consumo adecuado antes y al comienzo del embarazo puede reducir notablemente el riesgo de defectos en el tubo neural (como la espina bífida) y el nacimiento prematuro. Esta vitamina se encuentra naturalmente en los granos integrales y en los vegetales de hojas verdes. Asimismo, también es buena idea que te despidas de la comida chatarra y de los alimentos ricos en grasas y que le des la bienvenida a los granos integrales, frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa.
Toma una vitamina prenatal.
A pesar de que estés comiendo muchos alimentos ricos en ácido fólico, es aconsejable que comiences a tomar un suplemento con 400 mcg. de la vitamina, ojalá dos meses antes de tratar de concebir. Este también debiera contener 15 mg. de zinc, ya que podría mejorar la fertilidad. Pero no exageres y deja de tomar otros suplementos nutricionales, puesto que el exceso de determinados nutrientes puede resultar riesgoso.
Controla tu peso.
Estar excedida de peso o demasiado delgada no solo reduce las posibilidades de concepción, sino que si quedas embarazada, los problemas de peso pueden elevar el riesgo de complicaciones durante la gestación.
Ponte en forma, pero sin perder la cabeza.
Un buen programa de ejercicios puede encaminarte con éxito a quedar embarazada. Además de tonificar y fortalecer tus músculos, también te ayudará a deshacerte de esos kilitos de más. Pero que no se te pase la mano, ya que el ejercicio excesivo puede interferir con la ovulación, y si no ovulas no podrás concebir. Asimismo, mantente fresca mientras haces ejercicio, puesto que el aumento prolongado de la temperatura corporal puede impedirte quedar embarazada. Por esto mismo, evita los baños caliente y saunas.
Reduce el consumo de cafeína.
No hay necesidad de decirle adiós por completo a ese café con leche o pasarte al descafeinado si planeas quedar embarazada o, incluso, después de estarlo. La mayoría de los expertos considera que hasta dos tazas por día es aceptable. Pero si acostumbras tomar más de esa cantidad, es hora de empezar a moderarte.
Elimina el alcohol y el cigarro.
Intenta dejarlos antes de quedar embarazada, puesto que ambos pueden obstaculizar la fertilidad, reduciéndola. Y demás está decir que están prohibidos durante la gestación.
Cuida el bolsillo.
Tener una guagua puede ser costoso. Por eso, junto a tu pareja, estudien su presupuesto y creen un plan financiero.
Averigua los aspectos legales.
Conoce sobre las leyes laborales y los beneficios para las trabajadoras embarazadas.
Lleva la cuenta.
Familiarízate con tu ciclo menstrual y aprende a detectar los signos de ovulación. Llevar la cuenta de cuándo tienes relaciones sexuales también te servirá para precisar el momento de concepción.
Dale tiempo y mantén la calma.
Ten en cuenta que a una mujer de 25 años le toma alrededor de seis meses quedar embarazada, y más aún a las de mayor edad. No te inquietes si te cuesta un poco más. Eso sí, si tienes más de 35 años, se recomienda consultar con tu médico después de seis meses de intentos.
EL HOMBRE
Consulta a tu propio médico.
A pesar de que no serás tú quien lleve a la guagua -al menos no hasta después del nacimiento- es importante que también te hagas una revisión completa. Esta puede detectar algún trastorno médico (como testículos no palpables, quistes o tumores testiculares) que pudiera interferir con la concepción. También asegurará que cualquier condición crónica que pueda reducir la fertilidad esté bajo control.
Mejora tu dieta.
Mientras más saludable sea tu alimentación, mejor será tu esperma y mayor la probabilidad de concebir. Esta debe ser equilibrada y sana, rica en frutas, verduras frescas, granos integrales y proteínas no grasas.
Examina tu estilo de vida.
Existen investigaciones que revelan que el uso de drogas -incluyendo cantidades excesivas de alcohol- por parte del hombre antes de la concepción puede impedir el embarazo o generar uno de riesgo. Los mecanismos no están claros, pero su consumo puede dañar el esperma, reducir su número, alterar la función testicular y bajar los niveles de testosterona.
Ponte en forma.
Los hombres con un índice de masa corporal muy elevado tienen más probabilidades de ser infértiles que los de peso normal.
Mantenlos frescos.
La producción de esperma se dificulta cuando los testículos se recalientan. Evita baños calientes, saunas, vestimenta ceñida, pantalones y ropa interior sintéticos, estos últimos especialmente cuando hace calor.
¡Relájate!
Está claro que tienes mucho en qué pensar cuando estás considerando agrandar la familia, pero no te olvides de respirar. La tensión no solo afecta tu libido y desempeño, sino que también tus niveles de testosterona y producción de esperma. Mientras menos te preocupes, más fácil será concebir. ¡Relájate y diviértete en el intento!