Temerosos de lo que pueda sucederles a sus hijos durante su ausencia, los padres monitorean su seguridad a distancia a través de los ojos de cámaras instaladas en puntos clave del hogar.
Padres que trabajan todo el día fuera de la casa. Pequeños, muchas veces bebés, que quedan al cuidado de terceros o de nanas completamente desconocidas. El cálculo es simple, y el resultado adverso; no hay garantías de que los niños estén bien cuidados, y los casos de maltrato que a diario hacen noticia, lo confirman.
La única forma que tienen los padres de asegurarse de que sus hijos son alimentados, que se los abriga, que se los trata con cariño o que al menos no se les golpea ni grita, es no perder de vista a la persona encargada de su cuidado, y para hacerlo muchos ponen cámaras de vigilancia en sus casas. Por lo general, las ponen ocultas en floreros o juguetes para seguir sus movimientos sin que ellas sepan, y pillarlas desprevenidas. “Cualquier adulto responsable puede instalar cámaras ocultas en su hogar como una medida de seguridad, quedando esto sujeto al derecho constitucional a la intimidad”, admite Carlos Alvear, comisionado para la Infancia y la Adolescencia del Sename.
Espejos y enchufes
El mercado ofrece cámaras de todos los precios, tipos y tamaños para uso interior y exterior, ya sea para ubicar camufladas o visibles. Pueden programarse para que graben continuamente, en horarios a elección, o solo cuando detecten movimiento. Hay alternativas con diferentes portes de lentes y resoluciones de grabación; esta última depende del modelo, pero básicamente existen tres tipos: análoga, análoga HD-CVI, e IP o alta resolución. Destacan las cámaras tipo esfera con movimiento y audio, con y sin rayo infrarrojo. “También hay cámaras varifocales, que se ajustan a las necesidades de la habitación”, dice Juan Pablo Valladares, ejecutivo de soporte técnico de Scharfstein, empresa que ofrece un amplio abanico de cámaras, todas visibles.
En Megatecnia disponen de varios modelos de diversos tamaños, de alta definición, con audio, para intemperie o interior, visibles y ocultas, con WiFi o con cables. Presentan alta definición (HD) y prometen buena visión en la oscuridad. Algunas simulan ser distintos objetos, “como sensores de movimiento de alarmas, espejos y enchufes”, cuenta Álvaro Riquelme, encargado de tecnologías de la entidad.
Ajustar el iris
El número de cámaras depende de las dimensiones del lugar, pero con dos o tres suele ser suficiente para monitorear los sectores por donde se desplaza el menor. Normalmente, se instalan en partes altas y con el mejor ángulo posible para tener una vista panorámica de la habitación. “Cuentan con movimiento horizontal y vertical, con una cámara es suficiente para vigilar un área completa como un pasillo, living o habitación, sin dejar ángulos muertos”, añade Riquelme. “La mayoría de los padres prefieren ponerlas en el dormitorio, la sala de juegos y la cocina; es decir, los sitios donde el menor pasa el mayor tiempo del día”, indica.
Se recomienda no instalar la cámara frente a una fuente luminosa directa, como ventanales, escaparates o focos, para evitar el efecto de contraluz. También hay que evitar los lugares poco iluminados o con ausencia total de luz, excepto si se van a poner cámaras de visión nocturna. Si es necesario, se pueden usar luces adicionales o antorchas de infrarrojos para mejorar las imágenes. “Si las cámaras van a estar en entornos de iluminación cambiante, como el exterior, lo aconsejable es optar por cámaras con lente autoiris, que ajusten el iris automáticamente en función de la cantidad de luz recibida, tal y como lo hace de forma natural el ojo humano”, sugiere Valladares.
Las imágenes quedan almacenadas en discos duros de diversas capacidades dentro de los dispositivos de grabación y opcionalmente en memorias SD, como la de los celulares. “Para obtener mayor resolución de grabación se requiere un disco duro de mayor capacidad”, sostiene Juan Pablo Valladares. “Si se necesita de mayor capacidad, la cámara graba en un equipo llamado NVR que puede guardar las imágenes o videos durante varias semanas e incluso meses, dependiendo del tamaño del disco duro”, comenta. Las imágenes se pueden revisar vía web, vía software y a través de dispositivos con tecnología iPhone y Android, como teléfonos celulares, iPad y tablets.
Esfera de protección
En caso de constatar maltrato, lo prioritario es alejar al menor del agresor. “Hay que generar una esfera de protección para el niño”, recomienda Carlos Alvear, al mismo tiempo que agrega que “si eso implica despedir, desvincular, o sacar a alguien de la casa, hay que hacerlo. Esto está contemplado en el Código del Trabajo”.
Al descubrir las agresiones, los padres son los primeros en culparse. “Lo que más los aflige es no saber cuán traumado está su hijo, qué tan terrible fue el daño que le hicieron y cómo ayudarlo”, reconoce la psicóloga Carolina Inestrosa. “Lo primero que se preguntan es si aparte del daño ya manifestado se lo habrá maltratado más o de otra forma y por cuánto tiempo, y se recriminan por no haber estado con él”. Los niños maltratados que llegan a su consulta presentan síntomas de ansiedad y temor y, eventualmente, rasgos depresivos. Si el maltrato aún no se ha descubierto, esta misma sintomatología da pistas para pesquisarlo. “La mayoría llora y se resiste para no quedarse solo con la nana. También suelen ponerse irritables, dejar de controlar el esfínter y, si son menores de 3 años, hay que fijarse si tienen moretones o hematomas en el cuerpo y cualquier cambio en el comportamiento”, señala la especialista.
Sobre la conveniencia de instalar cámaras espías, Carola Inestrosa es clara en afirmar que si hay maltrato, las cámaras no van a prevenirlo ni a solucionarlo, sino a mostrarlo cuando el daño ya se haya producido. “Si la nana que van a contratar, o que ya trabaja en la casa, no les inspira confianza a los padres, antes de instalar cámaras y de convertirse en un esclavo de ellas, lo mejor es no contratarla o no continuar trabajando con ella”, dice. Enfatiza que lo esencial para no pasar sustos, es la prevención: “El niño debe saber que puede contar con sus padres en todo momento y evento, y que siempre puede contarles cualquier cosa que le suceda porque ellos lo van a ayudar. Eso se cultiva con el tiempo, no se construye de un día para otro”, afirma.
¿Son pruebas?
El video de un maltrato infantil al interior del hogar puede ser una prueba para ser presentada en el Ministerio Público, si el dueño de casa autorizó su grabación. Si no lo hizo, es una transgresión a la vida íntima, y no constituye una prueba lícita.
Según Carlos Alvear, comisionado para la Infancia y la Adolescencia del Sename, si las cámaras evidencian maltrato físico hacia los menores corresponde hacer una denunciar a Carabineros, a las Comisarías de la Familia o al Ministerio Público. También se puede recurrir a la Oficina de Protección de Derechos de la comuna, como la recientemente instalada en Providencia. “Lo importante es romper el silencio, no acallar al niño y denunciar”, comenta.
Las agresiones se tipifican desde lesiones leves, que tienen sanciones desde 1 a 4 UTM, a lesiones menos graves, que incluyen presidio menor en su grado mínimo y se traducen en 61 a 540 días o multa de 11 a 20 UTM, y a lesiones graves, que tienen presidio mayor en su grado mínimo, desde 5 años y un día a 10 años.