Puede que esta escena te sea familiar: tu niño, que ya lleva un par de horas durmiendo, se despierta gritando, se sienta en la cama y parece tener una pesadilla. Lo abrazas, lo acoges y al cabo de unos minutos vuelve a dormirse plácidamente y al día siguiente no recuerda nada de lo que pasó.
Si esta experiencia te ha sucedido, no es que tu hijo haya tenido una pesadilla, se trata de los llamados “terrores nocturnos”, una parasomnia o trastorno del sueño que afecta principalmente a niños y niñas entre los 1 y 5 años de edad, dentro del primer tercio de la etapa del sueño, y cuya duración es de sólo algunos minutos.
“Los terrores nocturnos se caracterizan por una conducta alucinatoria nocturna. Es un episodio dramático con movimientos, gritos, una gran descarga de adrenalina, intenso terror y pánico. La actitud del menor es sentarse súbitamente gritando y llorando, sudoroso, con taquicardia, los ojos desorbitados y expresión de pavor, no reconoce a nadie, ni a su madre ni a su entorno”, señala la psiquiatra infanto-adolescente, Carolina Fonseca Cortés.
Cuando el niño esté pasando por un episodio asociado a este trastorno, es primordial que los padres lo acojan y contengan, a pesar de que para ellos también pueda resultarles un momento difícil y desconcertante, ya que los menores suelen no reconocer a sus papás. “La reacción más adecuada es acompañarlos para evitar caídas o golpes, pero no intentar hacerlos volver en sí, ya que se encuentran dormidos y al día siguiente no recordarán absolutamente nada de lo ocurrido”, afirma la doctora Fonseca.
Buscando una solución
Si los terrores nocturnos de tu hijo han acontecido de manera frecuente, puede deberse a diversos factores. Para la psicóloga infanto-juvenil, Claudia Retamal, “es necesario observar si algún acontecimiento está afectando el sueño del pequeño, por ejemplo, un cambio de casa, jardín, la separación de los padres o conflictos en el colegio; o si está descansando y durmiendo bien en cuanto a calidad y cantidad”.
Una vez descubierto el por qué de este trastorno, se sugiere crear rutinas de relajación al final del día, como un baño o la lectura de un cuento, que provoque la conexión entre el papá y la mamá con su hijo, dándoles seguridad, tranquilidad y confianza.
Sin embargo, si los padres observan que los terrores nocturnos se mantienen por semanas, “la recomendación es consultar con un psicólogo, de manera que los ayude con el manejo de estos episodios y -si es necesario- intentar ver qué pudiese estar ocurriendo o perturbando a tu hijo.
Los terrores nocturnos son sucesos normales y parte del desarrollo infantil, por lo que es un tema que si bien puede causar temor en los padres, hay que tomar con calma e intentar primero resolverlo siguiendo una rutina que sea decreciente en términos de estímulos durante el día, y en caso de persistir o superar a los papás, recurrir a expertos.
Por lo general, estos episodios desaparecen al madurar el sistema nervioso, “pero mientras esto ocurre, la paciencia, contención y alguna técnica de relajación puede ayudar a generar un mejor dormir en los niños”, concluye la psicóloga Claudia Retamal.