Tan importante como el pañal o una buena crema, escoger el calzado adecuado para los más pequeños es una decisión que no debe tomarse a la ligera.
Cuando son guaguas, hasta los 6 meses aproximadamente, los zapatitos de lana, gamuza o de algodón son bonitos, cómodos, livianos y abrigadores, pero un mero accesorio. Es cuando empiezan a gatear que es imprescindible poner atención en la calidad del calzado y sus características.
El diseño y colores se suman a otras tantas exigencias como que sean hipoalergénicos, de buenos materiales, que posean ventilación, además de los requerimientos según las etapas del desarrollo infantil.
Lo ideal es que en la casa anden descalzos para que formen bien su arco plantar, pero al exterior es importante que usen zapatos que les brinden la protección y seguridad necesaria para evitar que se hagan daño.
Los niños aumentan 2 números por año, por eso es conveniente calcular cada 3 o 4 meses el pie y la parte interior del zapato, considerando que esta debe medir 1 centímetro más para permitir el movimiento y crecimiento.
Algunas características que se deben tener en cuenta:
– Debe ser liviano.
– El ancho y alto del ante pie del zapato debe quedar lo suficientemente suelto y holgado como para no aplastar los dedos del menor.
– Taco de 2 centímetros de alto, para que el peso del cuerpo de tu hijo se distribuya en forma pareja entre la parte anterior y la posterior del pie.
– Base ancha para darle mayor estabilidad al talón.
– Material flexible y poroso para facilitar la eliminación de la humedad, evitando la aparición de hongos.
– Suela antideslizante para impedir los resbalones.
– Las costuras internas deben ser de material resistente y suave.
– Debe tener diferenciado cada pie, cosa que sea fácil de distinguir para los padres, y a su vez, llame la atención del menor, favoreciendo así la adquisición del hábito de ponerse los zapatos solo.
– Es necesario que cuando compres el zapato, pidas el par completo, para que tu hijo pueda caminar unos pasos. Tienes que cerciorarte de que lo haga con comodidad y naturalidad.
El pie infantil
La mayoría de los niños empieza a caminar a partir del primer año y medio de vida, distinguiéndose 4 etapas a lo largo del proceso de crecimiento:
1. Etapa de pre-deambulación: va desde el nacimiento hasta alrededor del año y medio de vida. El pie no cumple ninguna función de soporte, sino más bien una sensitiva, de órgano táctil para explorar el entorno.
2. Etapa de adquisición de la marcha: son los primeros pasos que dan, muy irregulares, pero que se consolidan a los 2 o 3 años. Es la fase de crecimiento más rápida de los pies.
3. Etapa de maduración de la marcha: ya comienzan a andar como un adulto (3 a 7 años). Se produce la consolidación y fusión de casi todo el esqueleto del pie, que empieza a estar sometido a cargas importantes.
4. Etapa de aumento de actividad: corresponde al periodo escolar (de 7 a 14 años). Las actividades diarias someten a la estructura músculo-esquelética de los menores a esfuerzos similares a la de los adultos. Las diferencias entre niños y niñas comienzan a ser importantes y, como casi siempre, las mujeres presentan una maduración más rápida.