Pero cuando esto es reiterado, a temprana hora de la noche y el niño se sienta en su cama a llorar desconsoladamente, puede ser que estemos frente a un terror nocturno.
La pediatra, especialista en neurología infantil de la Clínica Las Condes, Ximena Varela, explica que los terrores nocturnos son conductas o movimientos no deseables que se presentan en pequeños desde el año de vida, que se producen durante el sueño cuando el cuerpo no está en la etapa profunda, después de 1 a 3 horas de haberse quedado dormido.
El niño se despierta abruptamente, se sienta en la cama, abre los ojos asustado, puede gritar y llorar, decir incoherencias, levantarse, caminar y pelear. Se caracteriza principalmente por no reconocer a sus padres y ser inconsolables.
“El episodio puede dura de uno a 40 minutos, cede espontáneamente y el niño vuelve a quedarse dormido y al día siguiente no recuerda lo sucedido”, agrega la doctora.
La gran duda que tienen los padres al ver que su hijo, cumpliendo una rutina de sueño y alimentándose de forma saludable, es saber por qué suceden estos trastornos.
La especialista dice que existe una predisposición familiar, donde hay un 60% de posibilidad que el niño lo presente si sus padres lo tuvieron cuando pequeños. Pero también existen otros factores que inciden como la fiebre, el asma bronquial, el reflujo gastroesofágico, privación de sueño y algunos fármacos que actúan en el sistema nervioso central.
Para tratarlo, los padres deben tomar conciencia de esta condición, asumiendo que son pueden ser habituales en los niños y que la mayoría desaparece antes de la adolescencia.
Por otra parte, es conveniente fomentar una higiene y rutina de sueño adecuada, respetando sus horas de sueño y entregándole pensamientos confortables al momento de ir a la cama.
En los casos que estos comienzan hacer cada vez más recurrentes y no responden a las medidas antes señaladas, la neuróloga dice que “será necesario hacer un mayor estudio, ya que pueden existir otras razones que gatillan los terrores nocturnos, como las apneas obstructivas, el síndrome de piernas inquietas o, incluso, crisis epilépticas”.
No es sinónimo de pesadilla
Lo que diferencia estas patologías, es el tiempo en el cual se desarrollan. Las pesadillas ocurren en la segunda mitad de la noche, se producen en sueño REM, es decir cuando es más profundo. Al despertar los niños se acuerdan en detalle de la pesadilla, responden adecuadamente al calmarlos y, al día siguiente, pueden recordar el episodio.