La noticia de una guagua en camino sorprende cuando se trata de una adolescente. Es algo que no se espera en quienes están recién empezando a diseñar su vida, por lo que puede ser recibida con rabia, pena o frustración; sentimientos que seguramente irán cambiando con el tiempo, pues como padres la tarea es apoyar a los hijos en todos sus pasos.
En Chile, según las cifras que maneja el Ministerio de Salud (Minsal), la edad promedio de iniciación sexual de las mujeres es a los 17 años y el número de embarazos adolescentes -antes de los 19 años-, bordea el 15,5% en dicho tramo etáreo; siendo el tercer país latinoamericano con la tasa más alta por este concepto.
Ante este hecho cada vez más frecuente en nuestro país, es común ver a padres o cercanos de la adolescente involucrada, que reaccionan con rabia y desilusión, pese a que con el tiempo lo aceptan y sienten la necesidad de preparar a su familia para la llegada de este nuevo integrante.
¿Cómo enfrentarlo?
Para sobrellevar de mejor manera esta situación, la psicóloga especialista en reproducción y salud de la Clínica Viña del Mar, Erika Sferrazza, y la Dra. Eldreth Peralta Valerio, directora de Clínica SerJoven, entregan algunas orientaciones:
– El apoyo de la familia es fundamental. La comprensión y el amor son esenciales y contribuirán a enfrentar mejor este hecho que también se torna difícil para la futura madre.
– Recurrir a los profesionales pertinentes es de gran ayuda en este momento. Se sugiere la consulta tanto de un psicólogo como de un ginecólogo.
– Los padres deben asegurarse de que la hija, o la polola del hijo, reciba atención médica y lleve un control de su embarazo, ya que solo de esta forma es posible evaluar eficazmente su nutrición, estado de salud general y desarrollo embrionario.
– Como padres, es esencial mantener la unión, apoyar a los hijos, evaluar todas las opciones y ver cómo les cambiará la vida a partir de este instante.
– Generar un espacio respetuoso y empático que les permita a los futuros padres hablar y exponer lo que están viviendo.
– Se les debe brindar contención y promover una experiencia de embarazo tranquila y feliz.
– No deben ser tratados como un problema, no es bueno juzgar o recordarles a cada momento que cometieron un error al no utilizar algún método anticonceptivo, o tener relaciones sexuales tempranamente.
.- No es bueno tipificar esta experiencia como un fracaso, dado que esto solo perjudicará a los jóvenes y no contribuirá a la superación adaptativa.
.- No se recomienda presionar a los hijos para el matrimonio o la convivencia en pareja. Una comunicación abierta entre padres e hijos será de gran utilidad para analizar el futuro y tomar la mejor decisión para las partes involucradas. No hay una receta única o más eficaz. Cada familia, con sus creencias y cultura, debe afrontar esta etapa como les sea más significativo.
.- Los futuros padres deben asumir que el hijo es de ellos y que los abuelos no son los responsables de cuidarlo, salvo frente a necesidades puntuales.
.- Es conveniente apoyarlos para que no dejen sus estudios.
.- Es esencial que los jóvenes asuman que se trata de una nueva etapa en sus vidas y que deberán sacrificar su tiempo de diversión, en especial los primeros años, que es cuando más cuidados requerirá el menor.
Para entenderlas mejor
“Además de los cambios físicos, también se experimentan otros emocionales. En general, los sentimientos durante la adolescencia se acentúan y ello puede verse aumentado en una joven embarazada”, sostiene Sferrazza.
Por otra parte, la Dra. Peralta sostiene que “el primer impacto es la aceptación de estar embarazada, apareciendo como posibles reacciones la negación y ambivalencia, junto al temor al rechazo de los otros. El desarrollo psicológico de la identidad materna será un proceso de mayor o menor dificultad, según los factores individuales como su personalidad y el acompañamiento positivo de quienes la rodean”.
Considerando lo anterior, las especialistas sugieren la necesidad de brindarles terapia psicológica para que afronten el reto de la maternidad con mejores elementos, ya que su situación genera grandes conflictos internos. Algunos de éstos pueden ser:
– Gran culpa y arrepentimiento.
– Temores frente a la situación de criar y cuidar a un hijo.
– Sensación de fracaso, de que la vida no volverá a ser como antes, dado que el proyecto se frenó.
– La preocupación excesiva por el cuerpo, propia de la edad, puede llevar a una mala nutrición y escasos cuidados prenatales.
– Es frecuente observar que la vida de pareja no siempre resulta exitosa. Surgen dificultades como la independencia económica y la falta de madurez para afrontar la llegada de un hijo y los cuidados que esto conlleva.
– Es posible que la joven madre sufra una depresión post parto duradera, consecuencia de las dificultades adaptativas de esta nueva etapa, al posible abandono por parte de la pareja, o al escaso cuidado y apoyo familiar.
Una revisión al cuerpo
Debido a que la futura mamá es una niña en pleno desarrollo, su cuerpo -a pesar de ser fértil- no está preparado para tener un bebé. La mamá se encuentra en una transformación de niña a mujer, por lo que es vital que cuente con el apoyo de un ginecólogo capacitado para atender estos casos y que la haga sentir cómoda a ella y a su familia.
Algunas de las complicaciones que podría presentar una embarazada adolescente son:
– Nulo control médico, pues suelen informar de la situación a las 4 o 5 semanas de gestación.
– Las mujeres de 16 años o menos corren el riesgo de preeclampsia y eclampsia.
– Problemas de placenta previa, anemia, partos prematuros o complicaciones durante el parto, son más probables que en otras edades.
– Existe un mayor porcentaje de lactantes de bajo peso al nacer, lo que probablemente se deba a causas orgánicas, tales como anomalías placentarias, nutrición deficiente, tabaquismo y consumo de drogas.
– Hay un mayor número de muertes fetales y mortalidad infantil.
– Mayor proporción de cesáreas por la poca preparación al momento del parto.
– Algunas jóvenes optan por el aborto, el que pone su vida en peligro debido a sepsis y hemorragias presentadas durante el proceso; por temor y falta de apoyo.
Cuando hay hermanos menores
Los especialistas sostienen que es importante preparar a toda la familia para recibir a este nuevo miembro, sobre todo si los futuros padres tienen hermanos menores, para así evitar celos.
En ciertas ocasiones, puede repetirse un embarazo adolescente en la misma familia y ello se vincula con este sentimiento y el hecho de sentirse desplazados, ya que hay problemas de comunicación y relaciones al interior del núcleo.
Una familia unida es la base de un buen desarrollo para todos los hijos.
¿Y qué pasa con el padre?
Las reacciones que puede tener un joven al enterarse de que será papá pueden ser variadas: dificultad para aceptar su nuevo rol, sentirse presionados por las familias y la sociedad y muchos, simplemente, no lo asumen. La obligación de tener que enfrentar a sus padres y los de su polola, es una de sus mayores problemas.
Estos son datos arrojados en un estudio realizado en Chile, hace algunos años, con un grupo de adolescentes que eran o estaban en proceso de ser padres.
Hay que considerar que si una mujer no está preparada para ser madre antes de los 19 años, tanto más es para los hombres. Por esta razón, es común que se desliguen de su papel y los hijos pasen a ser criados por la madre o las abuelas.
Por ello es que, pasado el primer impacto, hay que acompañar y orientar al adolescente para que tome las decisiones más indicadas según su contexto. Esto va desde hacerse responsable por la guagua, continuar en pareja con la madre de su hijo y cómo compatibilizar los estudios con el trabajo.