Pese a que no existen cifras oficiales, se estima que en nuestro país hay más de 48 mil personas con autismo, un padecimiento que es posible detectar en los primeros años de vida. ¿Cómo saber si tu pequeño tiene este trastorno? Te lo contamos a continuación.
Tan pronto nos enteramos del embarazo, las mujeres adoptamos una serie de comportamientos y medidas tendientes a garantizar el mejor desarrollo del bebé que viene en camino. Alimentación saludable, controles periódicos y ejercicios prenatales pasan a ser parte de la rutina. Sin embargo, y pese a todos los esfuerzos desplegados, existen vicisitudes que no podemos controlar, como las enfermedades y trastornos imposibles de prever durante la etapa de gestación, pero que comienzan a manifestarse ya en los primeros meses de vida de la guagua. Una de estas afecciones es el autismo.
En concreto, el autismo es un trastorno neurológico complejo que se ubica dentro de la categoría de Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), en ella se incluyen también otros males como el Asperger y el Síndrome de Rett. El autismo es el más conocido, y se trata de una alteración compleja en el desarrollo neurológico que se caracteriza por la dificultad para manejar relaciones sociales, problemas en la capacidad de comunicación, y la realización de conductas estereotipadas, restringidas y repetitivas.
Se estima que la incidencia del autismo a nivel mundial es de tres a seis niños por cada 1.000, siendo cuatro veces más probable que se presente en varones que en mujeres. Se trata de un trastorno que no distingue grupo étnico, social, ni mucho menos condición socioeconómica.
Formalmente, el autismo es diagnosticado entre los 2 y 3 años de edad, pero los avances en la materia permiten realizar diagnósticos incluso a partir de los 6 meses de vida. En aquellos casos son los padres quienes detectan alguna anomalía en el comportamiento del hijo y consultan al médico. Precisamente, para emitir un correcto diagnóstico, el menor deberá someterse a una serie de exámenes que serán practicados por un equipo multidisciplinario. Pruebas cognitivas, de lenguaje y evaluaciones neurológicas detalladas son algunas de ellas.
Si bien el autismo es un trastorno irreversible, existen tratamientos que tienen por finalidad paliar sus síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Terapias individuales para el desarrollo del lenguaje y habilidades sociales, intervenciones sicológicas tanto individuales como familiares, medicamentos y terapias ocupacionales con animales, son algunos de los procedimientos que han demostrado ser eficaces a la hora de tratar un problema de esta naturaleza.
¿Qué lo produce?
En estricto rigor, las causas exactas del autismo no están absolutamente determinadas. Sin embargo, la ciencia ha relacionado su aparición con lo siguiente: – Factores genéticos.
– Factores neurológicos.
– Factores ambientales, como la exposición a ciertas sustancias nocivas durante el embarazo.
– Abuso de drogas o medicamentos antiepilépticos durante la gestación.
Señales de alerta
Pese a que el autismo debe ser diagnosticado por un equipo multidisciplinario de profesionales, existen ciertos síntomas que permiten alertar de antemano a los padres. Cabe precisar que recientes estudios indican que cuando estos sospechan que algo no anda bien en sus hijos, generalmente están en lo cierto. Entre el segundo y tercer año de vida, las conductas indicadoras de la presencia de un trastorno del espectro autista son, entre otros, los siguientes:
1. Ausencia de respuestas emocionales hacia familiares más cercanos.
2. Ausencia o falta intensa de comunicación verbal.
3. Ausencia o falta intensa de contacto visual.
4. Realización de movimientos repetitivos como automecerse, golpearse la cabeza, aletear las manos.
5. Miedo a los ruidos.
6. Control de esfínteres ausente o deficiente.