¿Mañas solamente o un problema real que tiene diagnóstico y tratamiento? Lo cierto es que la observación de la madre y un buen seguimiento con el pediatra pueden ayudar mucho a que los niños mantengan una sana y completa alimentación.
¿Qué padre no se ha visto enfrentado a una guerra campal por tratar de dar cierta comida a su hijo? Lo más común en estos casos, es calificar al menor de mañoso y adoptar alguna de estas 2 posturas: eliminar dicha preparación de la dieta familiar, o bien insistir en su incorporación a pesar de las consecuencias.
La Dra. Eliana Muñoz, nutrióloga infantil de Clínica Las Condes, explica que “el proceso normal de introducción a los alimentos no siempre es fácil y puede requerir de tiempo y de múltiples intentos, por lo tanto, es necesaria la exposición periódica a ellos antes de pensar que al niño no le gusta o que hay algo más. Sin embargo, para hacer la diferencia, es bueno contar con el apoyo de su pediatra para evaluar si existen otros síntomas asociados que pudieran relacionarse con alguna patología o alergia”.
En este sentido, coincide con la nutricionista y directora de Nutres, Carolina Pye, quien sostiene que ante la negativa a probar la comida, “hay que verificar de qué se trata, pues si -por ejemplo- el niño dice que le duele el estómago y a los pocos minutos pide otro alimento, es poco probable que el malestar sea real. Además, hay que pesquisar la existencia de síntomas gastrointestinales, como meteorismo o diarrea, o de alergia alimentaria, tales como rush cutáneo, inflamación de mucosas, etc.”.
Frente a la ausencia de este tipo de señales, la gastroenteróloga infantil de Clínica Alemana, Isabel Miquel, afirma que “al principio es conveniente reemplazar el alimento por otro, para no provocar un mayor rechazo alimentario, para después de un tiempo volver a introducirlo”. De este modo, “se evita crear un ambiente de hostilidad a la hora de comer y causar un problema mayor”, complementa la Dra. Muñoz.
Cualquiera sea el caso, el hecho concreto es que el menor no quiere comer y eso debe ser evaluado por un profesional, para determinar cómo proceder para evitar que se presente un déficit nutricional que perjudique su sano desarrollo.
Ya lo decía hace algunos años el Dr. Benny Kerzner, especialista en gastroenterología pediátrica, quien elaboró un método de diagnóstico y tratamiento para las dificultades alimentarias, ante una audiencia de 200 médicos chilenos: “Por definición, comer selectivo no es un problema serio. Pero ahora apreciamos por la forma en que manejamos al niño que come de manera selectiva, que esto puede tener consecuencias adversas. También reconocemos que existen muchas causas que provocan las dificultades alimenticias. Y para resolverlas, el pediatra debe estar totalmente consciente de toda la gama de complicaciones que puedan existir, para así asegurar a la madre que ha abordado el problema más serio y que puede ayudarlo también en los menos serios”.
¿Qué es una dificultad alimentaria?
Un desorden en la alimentación es cualquier dificultad que incida negativamente en su proceso, lo que puede derivar en problemas fisiológicos, orgánicos, sociales, ambientales y de dinámicas familiares. Es por esto que se vuelve esencial el diagnóstico y posterior tratamiento a la brevedad.
El método IMFeD
“Identification and Management of Feeding Difficulties”, es el nombre tras las siglas IMFeD y significa “Identificación y Manejo de Dificultades Alimentarias”.
Ésta es una herramienta desarrollada por la psiquiatra Irene Chatoor junto al gastroenterólogo infantil Benny Kerzner, luego de estudiar y observar por 20 años a muchas familias estadounidenses, con lactantes y niños pequeños que presentaban problemas de alimentación.
A través de un algoritmo, que comienza con un cuestionario que debe completar el pediatra con las respuestas de los padres, se logra establecer la situación real del pequeño, para dar las instrucciones de cómo recuperar un correcto hábito alimenticio.
Tips para el primer bocado
A aquellos padres que están enfrentando dificultades a la hora de la comida, se les sugiere seguir las siguientes recomendaciones:
– Tratar de entender por qué no come el niño.
– Practicar la paciencia. Es muy importante bajar los niveles de ansiedad a la hora de las comidas.
– Establecer un horario relativamente fijo para la alimentación.
– Utilizar la creatividad para presentar los platos.
– Sentar al menor en una silla adecuada, para evitar que se baje mientras come.
– Acompañar a éste, pues si la familia está, de seguro tendrá una mejor alimentación.