Hay momentos donde los llantos, gritos, peleas y todo lo que sucede nos lleva a altos niveles de estrés. A nosotras, y a los niños. Pero la diferencia es que los adultos muchas veces podemos controlar esos sentimientos, mientras que los niños se ven desbordados por una cantidad de emociones y sensaciones que no saben controlar. Para eso, podemos contar con el frasco de la calma.
Hoy en día el Método Montessori y su ideología educativa son un referente en todo el mundo. Su éxito se debe principalmente a sus bondadosas técnicas, pensadas para empoderar a nuestros hijos, responsabilizarles de sus acciones, reforzar su autoestima y conseguir que desarrollen una personalidad armoniosa y equilibrada.
Frasco de la calma
Una de sus ideas más fascinantes, curiosas y sorprendentemente efectivas es su frasco de la calma, una sencilla técnica con la que calmar y controlar las rabietas, molestias y llantos de nuestros hijos.
El frasco es una simple botella de vidrio o plástico lleno de agua, pegamento y brillantina. Éste debe ser agitado frente a los ojos del niño, con la intención de desviar su atención hacia los patrones y movimientos del liquido. Acompañando la acción de un tono cordial e instrucciones sobre su respiración, iremos concentrando al niño en el objeto consiguiendo que se calme.
Poco a poco iremos haciendo consciente a nuestro hijo de la relación que hay entre despejar la mente, cuidar la respiración y la reducción del miedo, el estrés y la ansiedad.
Siempre ten en cuenta al aplicar este método que lo estás utilizando para calmar a tu hijo y NO para castigarlo.
La ciencia detrás de este sencillo, pero eficaz método, radica en que el frasco permite a los niños organizar y centralizar su sistema nervioso central en un estímulo concreto.
Cuando los niños están estresados, su ritmo cardíaco y su respiración se aceleran y su mente se bloquea. Pero al momento de concentrarse en la lenta caída de la brillantina y sus formas, se genera una orden inconsciente que comunica al cerebro que disminuya la agitación. Poco a poco se crea una relación entre este patrón visual y la calma.
Nunca olvides que cada niño es único y responde de manera diferente frente a todos los estímulos que le presentes. Ante el frasco de la calma también será así. Por esta razón no debes olvidar que esta es una técnica, y como cualquier otro aprendizaje, requiere de cierta práctica.
¿Cómo se prepara el frasco de la calma?
Para los ingredientes, sólo necesitas lo siguiente:
- 1 frasco de plástico (para evitar accidentes) y del tamaño correcto para la edad de tu hijo/a
- 1 o 2 cucharadas de pegamento con brillo
- 3 o 4 cucharadas de brillo del color que quieras (o el que sea el favorito de tu hijo/a)
- 1 gotita de colorante
- Agua caliente
Ahora sólo debes mezclar los contenidos, dejando un espacio arriba para que se pueda agitar y listo. Ya tienes tu frasco de la calma.
Puedes leer Niños independientes: consejos de la filosofía Montessori para lograrlo.