Establecer buenos hábitos de sueño es esencial para que los niños tengan un descanso reparador y, de esa forma, desarrollen plenamente sus habilidades. Pero, ¿cuántas horas deben descansar? ¿Cómo formarles una rutina? Karina Rosso, neuróloga infantil de Clínica Somno resuelve nuestras dudas.
¿Cuántas horas debe dormir un niño de acuerdo a su edad?
Los pequeños, en general, requieren más horas de sueño que un adulto, teniendo un rango de normalidad muy amplio. Así, por ejemplo, los menores de 3 meses, debieran dormir, idealmente, entre 14 a 17 horas, con una cantidad mínima aceptable de 11 horas y un máximo de 19 horas. Entre el año de vida y los 2 años, el rango ideal es de 11 a 14 horas, con un mínimo de 10 y un máximo de 18 horas.
Dentro de las consultas por trastornos del sueño infantil, es frecuente que los padres refieran que el menor duerme muy poco; sin embargo, al objetivar esto mediante un calendario de horario de sueño, la percepción es distinta de la realidad, con lo cual solo con este hecho disminuye la ansiedad paterna.
¿Qué hacer si el niño se despierta por las noches? ¿Cuáles podrían ser las causas?
El sueño está compuesto por cinco a siete ciclos, que duran entre 60 a 90 minutos cada uno, entre medio de estos es normal que el menor tenga un sueño más superficial, durante el cual si no están las condiciones ideales o las que acostumbra tener, va a tender a despertar. Por ejemplo, si suele alimentarse durante las noches, tenderá a despertar por hambre; si se quedó dormido en los brazos y al despertar está en un lugar distinto o desconocido, es posible que llore; si no aprende a ser capaz de conciliar el sueño, exigirá -generalmente mediante llantos- la presencia de alguno de sus padres. Además de estas causas, hay otros motivos de despertares, tales como los terrores nocturnos y las pesadillas.
¿Cómo saber si un hijo padece un trastorno del sueño?
Algunos de los principales síntomas o signos de este mal son:
– Aumento de latencia de sueño, es decir, si el periodo entre que se apagan las luces en forma definitiva y que el niño logra conciliarlo es mayor a 30 minutos.
– Múltiples despertares nocturnos.
– Molestias en las extremidades, las cuales producen que el infante mueva en forma excesiva sus extremidades, principalmente las piernas.
– Niños que roncan deben ser evaluados por un especialista para descartar que padezca de apnea del sueño, es decir, pausas respiratorias, que interrumpen el sueño.
– Sueño excesivo durante el día, por ejemplo, menores que se quedan dormidos en clases o fácilmente en los medios de transporte.
– Cambio de los horarios de sueño.
Creando una adecuada rutina de sueño
Los hábitos de sueño son fundamentales, sobre todo en los primeros años de vida. Dentro de estos se recomiendan:
– Al momento de conciliar el sueño, los niños deberían estar en su cuna o cama, así se sugiere evitar que se queden dormidos en brazos, coche, u otros y durante los despertares tratar de no pasarlo a la cama de los padres.
– Mantener un horario relativamente fijo para iniciar la rutina de sueño, el cual puede tener una variación de una hora durante los días de semana y hasta dos los fines de semana en los infantes mayores.
– Crear una rutina de sueño, es decir, hacer una especie de ritual previo a dormir, que involucra disminuir los estímulos sonoros y luminosos al mínimo. También se pueden incluir cantos, cuentos u oraciones, con el propósito que el menor vaya asociando que ya es hora de ir a la cama.
– El dormitorio de los pequeños debe ser acogedor, con ropa de cama adecuada, evitar el sobreabrigo, adecuar las condiciones según cada infante, por ejemplo, en caso de miedo a la oscuridad se puede implementar una luz muy tenue para producirle un ambiente seguro.
– En niños mayores, se debe evitar el consumo de alimentos estimulantes, entre los cuales están las bebidas cola, té, café, chocolate y azúcar.