A veces puede ser difícil distinguir de una molestia normal de aquella que te indica que es el momento. Con la ayuda de Marcela Correa, coordinadora de Maternidad de Clínica Vespucio, te damos algunos consejos para que aprendas a distinguir cuándo es tiempo de ir a la clínica.
Mujeres gritando descontroladas de dolor. Seguramente, esa es la primera imagen que se te viene a la mente cuando piensas en las contracciones, porque así lo grafican en las películas. Pero no es así. Se trata de dolores similares a los de la menstruación, en los que tu guatita se pone dura y se siente un malestar en la zona pélvica. Estas comienzan alrededor de la sexta semana, pero son imperceptibles en ese entonces; a ellas se les llama contracciones de Braxton Hicks. A medida que se acerca la fecha de parto, su intensidad y frecuencia será cada vez mayor, para ir preparando el músculo uterino. Lo esencial es que las reconozcas en el instante indicado para actuar a tiempo y sin alarmarte.
¿Ya viene?
– Días antes del nacimiento puede que se elimine el tapón mucoso, formado por una secreción blanca amarillenta, y que puede tener estrías de sangre.
– Si empiezas a tener dos o tres contracciones en un periodo de 10 minutos y con una duración de 25 a 30 segundos cada una, es porque estás iniciando el trabajo de parto.
– Es básico que tomes el tiempo entre una y otra con un reloj, para estar más segura. Si no, lo más probable es que llegues a la clínica y te digan que aún queda mucho.
– Si estás segura de que llegó el gran día, debes llamar a tu matrona para evaluar las condiciones y determinar si debes dirigirte al centro asistencial.
– Si eres primeriza, el trabajo de parto puede durar entre 8 y 12 horas. Si has tenido hijos anteriormente, de 6 a 8.
– Las contracciones uterinas, además de empujar al feto hacia la zona baja de la pelvis, son fundamentales para que se produzca dilatación y se dé el nacimiento.
– En caso que el parto sea por cesárea, se aconseja que igual tengas contracciones, puesto que ayudan a la maduración de los pulmones de tu guagua y a la preparación del útero.
¡Pon atención!
– Una buena idea para acortar la espera es tomar un baño con agua tibia para ayudarte a estar relajada y favorecer las contracciones.
– Cuando estas comiencen no será como en las películas, donde la embarazada debe correr al hospital o la clínica. Para nada, el doctor te dirá que tendrás hasta 2 horas para llegar.
– La persona que te lleve, deberá manejar con calma para evitar cualquier tipo de accidente.
– Debes estar informada sobre esta última etapa del embarazo y de los síntomas del trabajo de parto, porque así podrás vivir el proceso de una manera más tranquila.
Posturas que ayudan
– Recuéstate en el suelo con un cojín debajo de la cabeza. Apoya las plantas de los pies en la pared y sube y baja como si caminaras por ella.
– Acostada en el suelo boca arriba con las piernas separadas y flexionadas, levanta la pelvis durante unos segundos y vuelve de nuevo a la posición inicial.
– Ponte de pie con las piernas separadas, flexiona ligeramente las rodillas para estar más cómoda, y camina cada 2 minutos.
– Siéntate en el suelo y flexiona las rodillas con las piernas abiertas. Equilibra ligeramente tu cuerpo hacia adelante y mueve las rodillas como si quisieras tocar el suelo con ellas.
– Ponte sobre tus rodillas en el suelo, échate hacia delante y apoya las manos en el piso (como si fueses a gatear). Mira al suelo y arquea la espalda con la pelvis hacia adentro.
– Siéntate sobre una pelota de gimnasia. La idea es que no sobrecargues las piernas con tu propio peso y puedas moverte encima de este objeto sin gran esfuerzo.