Somos mamíferos, muchas veces se nos olvida nuestra importante conexión con la naturaleza. Sin embargo en primavera florecemos, recordamos que amamos el sol y los paseos al aire libre.
Los niños están mucho más conectados que los adultos con su esencia mamífera, por lo tanto, aman más que nadie jugar a la intemperie. Además de ser una fórmula casi mágica para entretenerlos y fomentar su área social, el juego al aire libre les hace bien para su desarrollo en general y, puntualmente, cerebral.
¿Por qué jugar al aire libre les hace bien?
Porque fomenta el movimiento y este ayuda al desarrollo cerebral infantil, fundamentalmente porque se pone en juego el sistema vestibular que se encuentra en el oído, acá se pone en juego el equilibrio y esto tiene relación con la detección del movimiento.
Gracias al movimiento, los niños desarrollan control postural -habilidad de asumir posturas frente a la gravedad- tono muscular, coordinación corporal y de visión, nivel de alerta, desarrollo del lenguaje y seguridad al moverse, entre otras.
Jugar al aire libre, en movimiento, le permitirá a los menores un beneficio increíble, porque además sociabilizan mucho más, en distintas áreas y más independientemente porque actúan con mayor independencia. Cunado un niño tiene la sensación de lograrlo por sí solo, se sentirá más seguro y esto le permitirá formar una adecuada autoestima.
¿Por qué es importante que los niños jueguen con otros?
Cuando los menores juegan al aire libre y en grupo, con más niños, van desarrollando poco a poco algunas habilidades emocionales, que tienen que ver con comprender lo que les pasa para hablar de aquello que sienten. De esta manera, van promoviendo la empatía al ser capaces de ponerse en el lugar del otro y anteponerse a sus emociones.
No debemos olvidar que esto último se adquiere poco a poco, que jugar con otros pares les hace bien y que este proceso se vincula con comprender y aceptar todas las emociones y hablar de estas. Cabe destacar la posibilidad de recuperarse de emociones negativas como la rabia o la pena y de disfrutar aquellas placenteras.
Recordemos que es fundamental para la salud infantil que hablen de lo que les pasa, de lo bueno y lo malo. Nosotras como mamás tenemos un papel preponderante a la hora de darles el ejemplo, manifestando nuestras propias emociones de forma asertiva y conteniéndolos y escuchándolos en sus conflictos y emociones positivas, mediando cuando sea necesario pero sobre todo, dando cabida a todas ellas y a su correcta expresión.
Que la primavera nos inspire, nos llene de colores y ganas de compartir con nuestros niños y enseñarles este abanico de emociones y movimiento.