Aunque cada embarazo es distinto y cada mujer experimenta diferentes experiencias, los cambios que sufre la piel durante el embarazo son muy característicos: cambios en el tipo de piel, manchas oscuras en el rostro, celulitis, hinchazón, entre otros.
Para tratarlos hay tres premisas básicas que debes adoptar firmemente durante este período: identificar los cambios de la piel de tu rostro para un tratamiento eficaz, procurar una buena hidratación de la piel de todo el cuerpo y mantener una dieta balanceada.
Con estos tres puntos claves, vamos a paliar en gran medida varios males asociados. Por ejemplo, muchas mujeres sufren cambios evidentes en su rostro durante el embarazo debido a las variaciones hormonales, ya sea porque el rostro se vuelve más graso o más seco. Para eso es fundamental identificar este nuevo tipo de piel y adecuar nuestro tratamiento de rostro, que probablemente volverá a su normalidad luego del parto.
Nuestro rostro, grandes cambios
Para tratar nuestro rostro y su nueva condición, es recomendable optar por productos para pieles sensibles, ojalá libre de parabenos e hipoalergénicos para evitar reacciones y alergias, tan comunes durante el embarazo.
Junto a un buen tratamiento, es fundamental utilizar un factor alto de protección solar durante todo el embarazo, porque la probabilidad de acentuar manchas oscuras es muy alta durante este período.
En efecto, la actividad hormonal puede dar origen a melasmas o también a las llamadas “máscaras del embarazo”, una forma de pigmentación irregular que afecta a algunas mujeres en el embarazo (durante y / o después) y que no discrimina por edad, ni por tipo de piel.
Localizadas principalmente en la cara, cuello y dorso de las manos -y aunque en su mayoría no revierten ninguna gravedad- las manchas se asocian con una imagen de piel envejecida.
Desde el punto de vista dermatológico, la hiperpigmentación es el desarrollo de algunas áreas de la piel cuyo color es más oscuro que la circundante.
Este fenómeno resulta de un exceso y una distribución irregular de melanina, que se unen para formar áreas más oscuras en la superficie de la piel alterando la uniformidad del rostro.
Algunas soluciones despigmentantes, ya sean procedimientos dermatológicos o tratamientos farmacéuticos, pueden debilitar o irritar la piel. Estas molestias limitan el uso de este tipo de tratamientos, sobre todo en pacientes con pieles sensibles.
Es necesario, por lo tanto, un doble resultado: eficacia y tolerancia.
A raíz de esta problemática se ha descubierto nueva evidencia que revoluciona el conocimiento de las manchas y confirma que éstas no se producen únicamente por el contacto físico del pigmento llamado melanina, con su entorno inmediato. Por el contario, en la formación, la persistencia y la reaparición de los desórdenes pigmentarios, influye el entorno del melanocito , que son las células que producen la melanina.
Este descubrimiento pionero en dermatología confirma que un tratamiento despigmentante debiera actuar sobre estas dos variables: el melanocito y su entorno, el melanotopo y debiera no sólo eliminar las manchas, sino también evitar su reaparición.
Nuestro cuerpo
En este período el cuerpo, evidentemente también se reciente. No sólo porque se adapta a nuevas condiciones de peso y talla, sino porque la sustancia nutritiva de la piel disminuye en agua y en lípidos, la piel se siente incómoda, está visiblemente menos elástica y se siente tirante. Una buena crema hidratante otorga a la piel su suavidad, elasticidad y una apariencia sana y consistente.
Todos los cuidados anteriores, más una dieta balanceada se transformarán en nuestros mejores aliados. La clave es beber mucho líquido y enfocarse en alimentos que nos proporcionen una buena nutrición.