Su rol es fundamental, sobre todo para aquellas mujeres que no cuentan con un gineco-obstetra de cabecera, ya que será quien supervisará el embarazo y derivará a un especialista de ser necesario. Pero es en la recta final y en el parto cuando adoptará un papel trascendental. Será la compañera que te entregará toda la información que necesites y también las respuestas precisas acerca de los cambios por los que atravesarás.
Durante la gestación
– La cantidad de consultas con ella dependerá de cuánto apoyo requieras, y de lo avanzado de tu estado.
– Te explicará cómo es el trabajo de parto y te preparará para saber reconocer los signos y síntomas cuando llegue el ansiado día.
– En cada control, ella te irá señalando la evolución de estos meses y qué hacer si hay náuseas, aparición de estrías y dolores de espalda, entre otros. Será quien te alerte si ve que algo no anda bien, para que acudas a tu médico, además te enseñará ejercicios físicos para el pre y post parto.
En el parto
– Es a ella a quien debes llamar cuando empieces con las contracciones, y quien diagnosticará el trabajo de parto.
– Es la encargada de coordinar con el equipo todo lo necesario, desde la clínica hasta el pabellón.
– La matrona te dirá cuándo debes pujar y cómo respirar durante el parto, mientras te acompaña emocionalmente y te explica lo que debes hacer para que las molestias pasen. Aparte, chequeará que la monitorización fetal esté dentro de los parámetros normales.
– Es crucial en el momento del apego entre tu hijo y tú, ya que te enseñará las técnicas de lactancia, las que pueden ser decisivas para el éxito de esta etapa.
Además de orientarte en todo lo que será el periodo de puerperio, hará una evaluación de las condiciones en que quedó tu piso pélvico después del parto, asesorándote con ejercicios y, si es necesario, enviándote donde un especialista.