Esta anomalía afecta a 1 de cada 200 mujeres, y aunque en principio no representa mayor riesgo para la viabilidad del embarazo, su persistencia podría generar complicaciones para la salud de la madre y la vitalidad del bebé. Conoce cuáles son los síntomas y consecuencias de la placenta previa.
La placenta es un órgano esencial para la formación del feto, constituye el principal vínculo entre la madre y su hijo, y es la encargada de otorgarle los nutrientes vitales para su desarrollo. Asimismo, través de la sangre que suministra la placenta se provee al bebé de oxigeno necesario para su evolución. La placenta también se encarga de los desechos de la guagua, sobre todo del anhídrido carbónico que hace pasar al torrente sanguíneo materno para eliminarlo, finalmente, la madre elimina esos desechos a través de los riñones.
Normalmente, al comienzo del embarazo la placenta se ubica en la parte baja del útero; y a medida que avanzan los meses se desplaza hacia la zona superior. Sin embargo, existen situaciones excepcionales en las que esta se mantiene en la parte inferior, de forma tal que cubre total o parcialmente el cuello uterino, este fenómeno se conoce con el nombre de placenta previa.
Existen diferentes tipos de placenta previa:
• Placenta previa oclusiva total: la placenta cubre todo el orificio cervical uterino.
• Placenta previa oclusiva parcial: el cuello uterino está en parte cubierto por la placenta y en parte por las membranas amnióticas.
• Placenta previa marginal: la placenta llega a los márgenes del cuello, pero no lo ocluye.
• Placenta previa lateral: la placenta está cercana al cuello uterino. pero no llega a sus márgenes.
A nivel práctico es importante distinguir entre placenta previa no oclusiva y oclusiva, pues es esta última la que influye de manera determinante en el embarazo y posterior parto. Esta anomalía es detectada a través de una ecografía, posteriormente el médico debe realizar un ultrasonido transvaginal para ubicar la posición exacta de la placenta.
La placenta previa puede tener diversas consecuencias, tales como: parto prematuro, cesárea y hemorragias. Precisamente, este padecimiento suele manifestarse a través de un sangrado vaginal súbito e indoloro, que con frecuencia ocurre en el segundo trimestre de gestación. En general, si la placenta previa se declara durante los primeros meses del embarazo, no representa un problema. Pero si persiste en el tercer trimestre puede generar complicaciones.
Si el médico diagnostica la placenta previa en una etapa temprana de la gestación, recomendará hacer reposo pélvico. Esto implica abstenerse de tener relaciones sexuales o realizar exámenes vaginales hasta que culmine el embarazo. Si la placenta previa produce hemorragia intensa, el profesional ordenará la hospitalización de la madre a fin de realizarle transfusiones de sangre y, dependiendo de cuán avanzado esté el embarazo, se procederá a adelantar el parto. Si la gestación está en periodo de término, el parto deberá efectuarse necesariamente mediante cesárea. Finalmente, es esencial señalar que la placenta previa debidamente diagnosticada y tratada no debiera repercutir en el normal desenvolvimiento del embarazo.
Factores de riesgo
La placenta previa afecta a 1 de cada 200 embarazadas, siendo más común en mujeres que tienen:
• Útero anormalmente formado.
• Muchos embarazos previos.
• Embarazo múltiple.
• Más de 35 años.
• Consumo habitual de cigarrillos o cocaína.