Nos encanta ver a nuestros niños sonreír, pero una sonrisa sana no es casualidad. Es el resultado de un cuidado y supervisión constante de los padres y que comienza a partir de los 4 meses. Eso porque durante el periodo anterior aún no erupcionan los dientes y los restos de leche actúan como protectores de las mucosas y ciertas enfermedades.
Muchas veces me han preguntado a partir de cuándo se realiza el cepillado y en esto el consenso es a partir de que aparece el primer diente. La aplicación de la pasta es un tema aparte, lo ideal para niños es usar un dentrífico sobre 1000 ppm de flúor desde los 4 meses (eso lo pueden ver en sus ingredientes activos), esta concentración previene la aparición de caries. La porción varía en relación a la edad del menor: hasta los 2 años la medida es del tamaño de medio grano de arroz, entre 2 y 4 es de un arroz y desde los 4, la cantidad correspondiente a una lenteja.
Durante todo este tiempo hay que tener especial precaución, ya que solo a partir de los 4 años los pequeños desarrollan el reflejo de deglución y no se la tragan. En caso de ingerir un exceso de pasta pueden sufrir de intoxicación y/o hipocalcificación dentaria, que son manchas blancas a pardas en los dientes definitivos.
En cuanto a la técnica de cepillado, debe ser realizada por los padres hasta los 4 años, desde ahí hasta los 6 hay que supervisar y repasar. Luego, entre los 6 y 8 deben controlar, y a partir de esa etapa los niños deberían ser capaces de hacer un cepillado eficiente por ellos mismos, esto se puede observar cuando ya tienen una buena caligrafía. Para conocer la técnica de cepillado debes visitar al odontólogo y seguir sus recomendaciones. Es frecuente la consulta de qué cepillo usar en los niños. Lo ideal es uno de cabeza y mango pequeño y filamentos suaves y rectos.
Otro tema que a los papás les inquieta es saber cuándo llevar a sus hijos a su primera visita dental. Esta debiese ser al mismo tiempo de la erupción del primer diente. Para incentivar un buen comportamiento con el dentista, los padres deben motivar el cepillado con juegos lúdicos y no con amenazas como “si no te lavas los dientes te llevo al dentista y te los van a sacar”, eso podría ser dañino para la relación entre el menor y el especialista. Además, hay que hacer refuerzos positivos sobre la visita dental, para que el pequeño piense que será una buena experiencia y coopere. Eso baja la ansiedad, el temor y permite que se genere más confianza durante el tratamiento.