Conectarse con la guagua desde el primer día, es el objetivo de la estimulación “in utero”. Es más que una tendencia, pues hay evidencia científica que prueba los resultados de que este juego de acción-reacción une a la madre con su hijo.
Para llevarlas a cabo, se pueden clasificar de la siguiente manera:
Técnicas táctiles (a partir de la 6º semana)
Un movimiento tan rutinario como acariciar la guatita, contribuye enormemente a estrechar el vínculo con la guagua que se está gestando. Esto porque la piel es el órgano más externo y transmite todas las sensaciones.
Por lo tanto, hacer suaves masajes o incluso cosquillas con las uñas, genera vibraciones que son transportadas por el líquido amniótico y son percibidos por los nervios periféricos de la piel del bebé, que luego transmiten una señal a su médula espinal y después al cerebro, provocando movimientos en él.
Técnicas motoras (a partir de la 10º semana)
Se lleva a cabo con la práctica de diferentes posiciones que adquiere la madre durante el día o algún ejercicio específico. Durante este período del embarazo el bebé ya tiene formados los canales semicirculares del oído interno relacionados con el equilibrio y saber identificar la postura de la madre, le permitirá desarrollar su centro de gravedad y mantenerse alerta al respecto. Es recomendable que estos movimientos se complementen con una respiración adecuada y, si se trata de deporte, se realice con previa autorización del doctor.
Técnicas visuales (a partir de la 10º semana)
Se lleva a cabo a través de luz natural o artificial dirigida hacia el vientre materno, por lo que suele recurrirse a linternas para esta práctica. En esta etapa de la gestación, la guagua es capaz de percibir las variaciones de luminosidad y responde a ellas. Incluso, si se mueve la luz el bebé es capaz de seguirla o taparse los ojos con sus manos si el brillo es muy intenso.
Técnicas auditivas (a partir de la 14º semana)
Consiste en hablar con la guagua, suave y claramente, para que se sienta segura y logre asociar su voz con la de una persona que le brinda protección; por lo que puede hacerlo también el padre o algún otro cercano. Es importante que esto se haga continuamente e, incluso, hay instrumentos -tipo embudos- que ayudan en esta tarea.
Además de la voz, se puede recurrir a la musicoembriología, que se basa en relajar y transmitir seguridad y amor al bebé a través de suaves melodías que pueden ponerse con audífonos sobre la guatita. Se ha comprobado que una vez que los niños nacen, son capaces de reconocer la música y sentir el mismo placer tranquilizador que en el vientre.